Historia de «Los secretos del lenguaje corporal»

Ciertos usos generalizados que a veces se hacen del lenguaje corporal provocaron que durante mucho tiempo lo relegara a un segundo plano. Que en ocasiones se hagan rotundas afirmaciones sobre lo que una persona siente o piensa basándose solo en tal o cual postura me provocaba rechazo. No me gusta ni emitir ni que se emitan juicios rápidos sobre las personas, y que se usara el lenguaje corporal, por ejemplo, para determinar la idoneidad de los candidatos en una entrevista de trabajo, hizo que dejara de prestarle demasiada atención (o eso creía), a pesar de haber dedicado incontables horas de estudio y trabajo a analizarlo y comprenderlo.

Sin embargo, terminé por darme cuenta de que aunque a cierto nivel lo rechazara, continuamente formaba parte de los juicios que hacía sobre las intenciones de los demás. Al conocerlo en profundidad, soy extremadamente sensible a él, por lo que incluso me resultó casi gracioso comprender cómo, con algunas personas, era casi la única forma de comunicación que tenía, y que, bien entendida y utilizada, me resultaba casi tan efectiva como el lenguaje verbal para recibir y comunicar información cuando estaba en presencia de ellas.

 

Fue entonces cuando sentí la necesidad de explicar que el lenguaje corporal transmite información muy valiosa sobre el estado interior de alguien, pero que es necesario entender bien su papel en la comunicación humana. Es un nivel más, no es el único. Está, como todos sabemos, el nivel verbal. De la misma manera que es un error basarse solo en uno de los dos para hacerse un juicio definitivo sobre alguien, también lo es ignorar deliberadamente la importancia real que tiene cada uno en las impresiones que nos formamos sobre los demás. Es por eso que decidí escribir este libro.

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«Las palabras están llenas de falsedad o de arte; la mirada es el lenguaje del corazón». William Shakespeare. Escritor.

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